María, modelo de todo discípulo

“Más le valió a María ser discípula fiel de Cristo que ser su Madre”                (San Agustín).

Es gracias al “Fiat” de María a la misión de Dios que gozamos la dicha de haber tenido entre nosotros, hecho carne, al mismo Dios. Pero más valiosa, dice nuestro padre san Agustín, es nuestra Madre por haber seguido fiel a su hijo, por ser su primera discípula. María estuvo con Jesús en todo el transcurso de su vida. Desde el nacimiento, cuando se perdió, el día que convirtió el agua en vino, junto a la cruz y cuando nace nuestra Iglesia la noche de pentecostés. Vemos cómo María no se conformó con cumplir dando su Sí, sino más que camino junto a Jesús en lo bueno y en lo malo, en el gzo y el dolor.

Hoy día nosotros, los que hemos sido llamados a recibir las gracias venidas del Padre y hemos respondido para amarle de igual manera que el nos ama, debemos seguir el ejemplo de la Madre; amar a Jesús por medio del hermano, en nuestra vida. Nuestra boca debe ser, también, testimonio del amor de Cristo. Debemos seguir los pasos de Jesús donde quiera que nos necesite, aceptando las vicisitudes y alegrías de cada día.

María pudo conseguir esto aceptando la verdad en su corazón y dejando fluir la gracia de Dios en su vida, negándose a si misma, dejando sus deseos y planes para dar paso a la misión que Dios le había encomendado.

Hermanos, para que podamos ser verdaderos testigos y fieles discípulos de Cristo debemos negarnos a nosotros mismos; sacar de nuestro corazón el odio, la incomprensión, la impaciencia, los rencores y malas acciones que nos alejan de Dios, para que así, un día, podamos caminar como María junto a Jesús, contra  viento y marea. Señor danos la gracia de ser fieles discípulos tuyos.

Eledin Toyo